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La muestra “Memoria de una Pasión”, de la excelente artista Rosalba
Hernández, es una verdadera muestra de su poder evolutivo y de síntesis.
Expresándose en las técnicas del dibujo y la pintura, entre el blanco y el negro que le es tan característico, Rosalba se acomoda en la actualidad al virtuosismo del color, que le sirve para eclosionar en un cromatismo espectacular, para a través de los recursos de materiales mixtos, lograr traspasar las barreras de lo físico, para adentrarse con sigilo, o gran soltura expresiva, por los vericuetos insondables de lo psicológico, narrados con exhuberancia de trazos y detalles morfológicos, con los que configura las graciosas y ceñudas visiones de los protagonistas habituales de calles y barrios capitalinos. En su presente muestra, Rosalba nos adentra a un ‘lenguaje’ modernista próximo al pop art, abordando la figuración humana con gracia y destreza inigualable, otorgándole a las distintas gamas colorísticas una gran valoración simbólica. Sus piezas de referencias neocubistas bordean una libertad gestual que pone en relieve su capacidad interpretativa y de inventiva. La muestra “Memoria de una Pasión” está colgada en el salón de exposiciones del Centro Mirador de Santo Domingo que presiden Purísima de León de Guerra y Juan Guerra, galardonados recientemente por la Asociación Dominicana de Críticos de Arte y por Unibe por el trabajo educativo y de difusión por exhibiciones y actividades como la que hoy comentamos. Entramado de mutaciones Sus obras son un contundente entramado de las elocuentes mutaciones esenciales que padecen sus personajes dementes, transeúntes habituales y moradores citadinos, los que capta con maestría iconográfica bordeando con éxito por el estudio psicológico y social, diciendo en cada trazo, cada línea, cada elemento esencial o accesorio, por las conexiones emocionales y psicológicas con las que designa y recrea a cada personaje, objeto de una amorosa, y a la vez contundente, valoración estética. |
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