sábado, 14 de junio de 2008

De algún modo me sentía casi feliz, ahí estaba, en un país en el que nunca me importo, especialmente por que nunca ante fui parte de su sociedad, con mi hijo de cuatro años, con quien siempre sostuve una conversación-monólogo, (mi hijo no habla), pero casi era feliz en la bicicleta con él atrás, paseando, conociendo y nutriéndonos ambos de su cultura, de su lengua, y de sus manjares....

Por mucho motivos para una persona como yo, que nací en una familia amplia, seis hermanos y mis padres , sin contar un centenar de familiares cercanos, a los cuales en total, nunca he conocido, allá en la provincia de Dajabón República Dominicana, para ser exacto, en el hospital público de dicha provincia, Ramón Matías Mella, solo a unos cuantos metros de distancia de la linea divisoria- terrritorial con Haiti. ahí donde nos acostumbramos a ver en la cotidianidad del día a día como se pueden cometer los atropellos peores contra la dignidad humana y sus derechos. Comprendí que ser de piel negra es una negación ante las posiblidades de desarrollo del ser humano, que tener un medio de transporte te hace rico e interesante, que tener una arma de fuego te da superioridad, y que ser blanco es sinónimo de ser jefe.

Por cierto, y por suerte crecí sabiendo y necesitando mucho, lo cual me daba mucha inspiración en la vida, me acuerdo aquellos días, los sábados exactamente que mi madre me daba un peso para transporte y merienda a la Escuela Nacional de Bellas Artes, allá en la calle Isabel La Católica, de la primera ciudad de américa y una de las primeras calles de nuevo mundo, planificada aunque a nadie le importe ahora de esa forma, ahí debia acudir los sábados en la mañana, para ver un inmenso grupo de jóvenes tratar de aprender a ser artistas............aunque eso no se aprende.